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60th IFLA General Conference - Conference Proceedings - August 21-27, 1994

Investigaciones sobre la lectura en Cuba

Emilio Setién


ABSTRACT

Se identifican las instituciones más representativas del país en las investigaciones de referencia y se exponen los principales resultados obtenidos por ella y su utilidad. Se incluyen consideraciones, derivadas por el autor de las reflexiones más recientes del Grupo de Promoción de la Lectura de ASCUBI sobre el proceso experimentado por la lectura en Cuba despu&eacut e;s de 1959, su estado actual y perspectivas.


PAPER

Con el objetivo de ofrecer a los participantes en la 60 Conferencia de IFLA la visión más amplia posible sobre las investigaciones de la lectura en Cuba, la Asociación Cubana de Bibliotecarios convocó a una mesa redonda sobre el tema, en la que estuvieron presentes representantes de la Biblioteca Nacional "José Martí" y del sistema de bibliotecas pú ;blicas, del Instituto Cubano del Libro, de escuelas pertenecientes al Ministerio de Educación y del Centro "Juan Marinello". Esta última institución se ocupa de la investigación de los problemas generales de la cultura en el país, incluida la lectura. Asistieron, además, profesores de promoción de la lectura y otros profesionales interesados en la temática.

Las instituciones mencionadas en el párrafo anterior son las principales entidades que investigan los problemas de la lectura en Cuba, por lo que la información que se ofrece en este documento puede considerarse representativa de lo que sucede al respecto en el país. Las líneas de investigación sobre la lectura en Cuba se sintetizan en cuatro grupos principales:

Los estudios sobre las conductas lectoras han sido destinados a dos vertientes fundamentales: las conductas de la población en general, con especial énfasis en los grupos de niños y jóvenes; las conductas de los formadores y promotores.

Los resultados obtenidos han puesto de manifiesto lagunas existentes en laedición de libros para niños y jóvenes, de acuerdo con las expectativas de estos, lo que ha llevado a la introducción de ciertas correcciones en los planes editoriales destinados a ellos, correcciones que han contribuido a salvar las diferencias detectadas en alguna medida.2

Evidencian, asimismo, que la lectura literaria de referencia tiene su origen en una tendencia presente entre los estudiantes principalmente, quienes declaran como leídas aquellas obras sobre las que sólo poseen un conocimiento global, o de manera fragmentada, única y exclusivamente, a partir de la información suministrada en clases por el profesor. Este fenómen o se refuerza por aquellas adaptaciones para el cine, la radio y la televisión con las que muchos se conforman y que sólo representan motivaciones para leer los títulos originales en aquellas personas en las cuales ya existen inquietudes al respecto, según opinan algunos investigadores.3

Gran parte de la población, al ser entrevistada, suele reconocer la importancia de la lectura, aun como forma de empleo del tiempo libre4, pero cuando se acude a métodos de comprobación más profundos, se detecta que esa opinión no se corresponde con una actuación consecuente y que, en realidad, lo que prima es la cultura literaria de referencia.5-6

Si bien esta situación no puede aceptarse como satisfactoria, no es menos cierto que resulta efectivamente alentador que a nivel de toda la población, sin diferencias significativas entre unos grupos sociodemográficos y otros, se tenga esa valoración de la lectura y se posea, al menos, una cultura literaria de referencia. Ha de tenerse en cuenta que esto se da en un p aís donde el analfabetismo se erradicó en menos de un año, y en el que, apenas 20 años después, toda la población ostenta una escolaridad mínima de noveno grado.

El predominio de la cultura literaria de referencia tiene sus causas, por lo general, en las características que presentan los elementos formadores y promotores de la lectura, que van desde los planes de estudio hasta la actuación de maestros, profesores, bibliotecarios y libreros y la propia calidad de estos grupos profesionales como lectores.7 El desarrollo masivo de la educaci&o acute;n y la cultura en el país condujo a la formación emergente de docentes y bibliotecarios quienes, en las primeras etapas del desarrollo iniciado en enero de 1959, tuvieron su cantera en una minoría de la población que había alcanzado una formación cultural sólida, incluido el hábito de lectura, antes del triunfo revolucionario. Pero es a cantera fue insuficiente para hacer frente al crecimiento vertiginoso de la educación y la cultura en el país y por la incorporación masiva de la población a esas actividades. Los sectores del magisterio y la bibliotecología comenzaron a nutrirse de personas que recién accedían a los beneficios de ellas, las que en muchos casos eran portadoras y a de la cultura literaria de referencia. Sólo después de haberse alcanzado el grado de estabilidad suficiente en el crecimiento vertiginoso antes aludido, se hace evidente que estos profesionales deben pasar a un estadio superior, obligados por las propias exigencias de sus funciones. Entonces, la contradicción que se detecta en las investigaciones entre la conducta real de los promotores de lectura y la que deben poseer es una consecuencia del desarrollo antes descrito.

Ante evidencias como estas, la Comisión de Cultura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) se pronunció a fines de la década del 70 sobre la necesidad de elevar la calidad de la lectura en la población. A raíz de ese pronunciamiento se concibió lo que finalmente ha recibido el nombre de Programa Nacional de la Lectura y Fomento del Libro.

Uno de los primeros pasos dados en el campo de la formación profesional del bibliotecario para comenzar a cambiar la situación existente, fue el de incorporar a sus planes de formación asignaturas sobre los métodos y técnicas de promoción de la lectura, con un enfoque teórico tomado, en los primeros momentos, de la experiencia soviética en l a formación profesional del bibliotecario. Hasta entonces, las aptitudes del bibliotecario como promotor de la lectura no se formaban sistemáticamente. Sólo tenían como fundamento asignaturas sobre literatura artística donde el estudiante se familiarizaba con las obras fundamentales de la literatura universal, pero que en la práctica no escapó a la influencia de la cultura literaria de referencia. El hecho de que los alumnos de bibliotecología tengan que dominar los métodos y formas de promoción, en la actualidad ha tenido como resultado primordial que estos descubran el verdadero sentido de la lectura e inicien el desarrollo de conductas lectoras adecuadas, lo que ha de redundar en la presencia de buenos promotores en las bibliotecas. Por otra parte, los planes y programas de estudio de la enseñanza general han comenzado a experimentar también cambios que redundarán en la erradicación de las limitaciones señaladas a la calidad de la lectura en el país.

En 1985 se celebró el Primer Simposio de Promoción de la Lectura, en el que se pudo constatar por los especialistas de diversas ramas del conocimiento que participaron en el evento, que el papel de las bibliotecas en el Programa Nacional de la Lectura varía de acuerdo con su tipo y, consecuentemente, con el sector de la actividad económica y sociocultural en el que se desenvuelven los lectores que atienden. Constataron, asimismo, que sólo la biblioteca pública está diseñada para mantener contacto permanente y sistemático con los lectores, independientemente de su edad y su actividad económica y sociocultural, lo que indicaba la conveniencia de situarla en el centro del Programa. Esto no significa que la biblioteca p& uacute;blica sea la entidad dotada con fuerza para revertir la situación de la lectura, pero sí la adecuada para contribuir a esa tarea y para medir y dar a conocer los cambios que se operen en ella. Esta conclusión se vio materializada poco después por la decisión del Ministerio de Cultura de designar a la Biblioteca Nacional, y al sistema de bibliotecas p&uac ute;blicas dirigidas por ella, como coordinadoras del Programa Nacional de la Lectura.

El estudio de las tendencias sobre el uso de las bibliotecas públicas y sus fondos se inició en 1982, luego de haber experimentado el método a utilizar en 1981. Este método tomó como base el empleado por los entonces países socialistas de Europa para estudios conjuntos sobre la lectura. Fue adaptado a las características organizativas de las bibl iotecas públicas del país y su aplicación condujo a resultados que sirvieron de base para comparar la situación cubana con la del resto de los países participantes8 y para tomar decisiones sobre las políticas de captación de lectores. Por su utilidad práctica e histórica, esos estudios se han venido realizando cada dos años, u tilizándose sistemáticamente en el reajuste de los planes promocionales de las bibliotecas.9 El uso de las bibliotecas escolares también ha sido objeto de estudio, pero no de forma sistemática y nacional como en el caso de las bibliotecas públicas.10

Para el establecimiento de la concepción sistémica del trabajo con los lectores en las bibliotecas públicas del país, se estudiaron los métodos y formas que aparecen en la literatura de la especialidad, así como las que se venían utilizando tradicionalmente en estas instituciones. Todas ellas se analizaron a la luz de los principios de la planific ación pedagógica, lográndose la estructuración de un sistema de objetivos11, cuya aplicación y resultados se discutieron en el Primer Taller Nacional de Promoción de la Lectura que se efectuó en 1986 como parte de las actividades de la III Feria Exposición Internacional del Libro de La Habana. Al taller asistieron especialistas cubanos y de distintos países de América Latina.12

La efectividad de las actividades de promoción organizadas a partir del sistema de objetivos antes mencionado fue también objeto de estudio mediante la organización de experimentos que se efectuaron a través de todo el país y que evidenciaron el aumento de esa efectividad. En este análisis se constató, además, la relación entre la ef ectividad de la promoción y las edades de los lectores, lo que reafirmó la política de las bibliotecas cubanas en su trabajo con niños y jóvenes. Se definió, asimismo, la concatenación entre los métodos empleados y su correspondencia con distintos grupos de edades. Se identificaron finalmente las formas más efectivas de cada m&eacut e;todo en el caso de los lectores cubanos.13

Por último, debe señalarse que las investigaciones realizadas demuestran que aún en la actualidad la opinión más generalizada de la población sobre el uso de las bibliotecas coincide, en la mayoría de los casos, con aquella idea que se forma de la lectura durante su etapa de estudiante. Muchas personas piensan todavía que la función fundamental de la lectura es la de satisfacer necesidades docentes y que, consecuentemente, a las bibliotecas se acude principalmente en busca de materiales de lectura, cuando se tienen necesidades de ese tipo. Así lo demuestran, además, los estudios sobre las tendencias del uso de las bibliotecas y sus fondos.14 Ante esta situación las bibliotecas del país trabajan por resaltar su imagen como centros de recreación cultural, pero los resultados que se obtengan estarán condicionados por los cambios que se operen en la calidad de la lectura de la población, cuya génesis se encuentra en los programas de educación y cultura de los cuales la biblioteca en general, y la biblioteca pública en particular, son complemento.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. Bravo Goctizolo, Juana Rosa. Las clases de lectura y su contribución al desarrollo de habilidades lingüísticas en los escolares de segundo grado de la enseñanza primaria. La Habana, 1993.

2. Instituto Cubano del Libro, Grupo de Investigaciones. Acerca del aspecto físico del libro infantil y juvenil, La Habana, 1991.

__________. Los escolares y las características físicas del libro infantil. La Habana, 1991.

__________. Los intereses temáticos de un grupo de escolares de 6to. grado. La Habana, 1991.

__________. Valoración del plan editorial 1987 de la Editorial Gente Nueva. La Habana, 1986.

__________. Valoración del plan editorial 1987 de la Editorial Abril. La Habana, 1986.

3. Moras Puig, Pedro Emilio y Sonia Correa Cajigal. Acerca de los hábitos lectores en estudiantes y promotores de la lectura. La Habana, 1993.

4. Informe a las asambleas de balance 1992 del problema ramal. "Bibliotecas y promoción informativo cultural 1991 1995". Bibliotecas (La Habana) 30(1 2) ene.-dic., 1993.

5. Op. cit, en 3.

6. Ibíd.

7. Setién, Emilio. Estudios sobre el trabajo con los lectores en las bibliotecas. Su relación con el Programa Nacional de la Lectura. Bibliotecas (La Habana) 29(1-2): 48 58; ene. dic., 1991.

8. Tendencii razvitija chtenja y socialisticheskikh stranakh.. Moskva, 1983.

9. Op. cit., en 7.

10. Instituto Cubano del Libro, Grupo de Investigaciones. Comportamiento lector en una biblioteca escolar. La Habana, 1991.

11. Ibíd.

12. Seminario-taller sobre promoción de la lectura en las bibliotecas. Bibliotecas (La Habana) 29(1 2): 5 23.

13. Op. cit. en 7.

14. Op. cit. en 3, 4 y 7.